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Curaduría: Zara Reales Moras
¿El Caribe se pierde, se mantiene, se reconstruye o se desfigura?
Mucho se habla del ser Caribe, pero ¿Cómo se construye un cuerpo Caribe? ¿Qué lo rodea y qué lo forja? ¿Cuáles son los parámetros correctos? ¿Cuáles son los límites y fronteras de lo que es considerado hoy en día ser y pertenecer al Caribe? El arte como medio de expresión nos brinda la oportunidad de conocer las opiniones y el sentir de los artistas frente a diversos temas que se desarrollan en la sociedad, pero ¿Hasta qué punto los artistas logran sumergirse en el discurso de su obra? Y si el discurso es sobre ser Caribe, entonces ¿Cómo toman conciencia de su yo desde el Caribe?
Estas preguntas dan pie al desarrollo de un planteamiento que lejos de dar una respuesta concreta abarca lo que implica descubrir la verdadera riqueza del ser Caribe. Volvemos la mirada a la influencia del mar caribe sobre el desarrollo de la vida misma, la importancia de la plantación que más que caracterizarnos, nos distingue de los demás, al origen del sancocho de gente que da forma a lo que Juan Gossaín constituye como el nuevo hombre, las costumbres y tradiciones desde sus orígenes y la influencia del lenguaje que hace la vida de manera colectiva y diversa. Aparte de entender lo que constituye ser caribe a nivel social, económico, político, pensemos en entender el ser caribe desde la intimidad, desde un lugar reflexivo donde el yo interactúa de manera directa y cercana con los objetos, costumbres, mitos y leyendas que satisfacen a los estímulos que cada uno desarrolla con relación al sujeto-entorno-el otro. Los artistas a través de esta relación buscan reconocerse dentro del Caribe y en ese reflejo imaginario propician un nuevo diálogo donde sus cuerpos se convierten en el territorio sobre el cual el caribe impacta toda su inmensidad. Están tomando conciencia de su yo, parten de lo establecido como Caribe pero con una mirada crítica, desconfiada y reflexiva sobre ello para generar nuevos diálogos, significaciones, metáforas o metonímicas que satisfagan sus deseos y pulsiones. Para esta curaduría es importante la construcción del cuerpo desde lo autobiográfico, que haya una reflexividad sobre sí mismos que permita trascender el primer nivel sobre lo descriptivo y lo enunciativo. Lo autobiográfico nos permite circular entre lo privado y lo público, lo social, lo político, lo ético y lo estético.
Existe una diferencia entre la adherencia a un lugar y la conciencia de ser ciudadanos de un lugar. A partir de este segundo punto, se busca que los artistas investiguen sobre los hechos que reconstruyen sobre sí mismos en contraste con el contexto social donde se encuentran, que haya una relación entre la memoria y los archivos que permiten recuperar y reinterpretar el pasado para forjar un nuevo diálogo de lo que constituye ser Caribe el día de hoy. Que podamos establecer las cartografías y las arqueologías como espacios íntimos de creación de seres pensantes y sociales.
De esta manera, a través de artistas como Lucy Yemail, podemos partir de lo fuerte que se establece la hegemonía en la cultura machista y desplegar una relación entre intimidad y existencia de ambos sexos que nos sitúan sobre una problemática social, que permite colocar sobre la mesa un contraste entre la apariencia de ese poderío ejercido, la supuesta fragilidad de un ser sometido y la ausencia de fundamento con el que se sostiene; Hugo Satizabal abarca esta lucha de seres a través de una ambigüedad entre la resistencia y la fragilidad que originan los conflictos intrapersonales sobre una sociedad aparentemente progresista. En esta obra, el cuerpo se convierte en contenedor de la plaga que devora sin escatimar pero con la intención de quedarse y habitar.
Al estar el Caribe sumergido sobre plantaciones que nos caracterizan, Verónica Navas se cuestiona sobre la existencia del cuerpo con relación a la siembra y a la cosecha. Como si la acción misma de sembrar fuera un rito para preparar el cuerpo y recibir la cosecha fructífera de la identidad como vínculo simbólico entre el ser y la sociedad donde se desarrolla. Por su parte, Liman Zúñiga, crea realidades alternas donde esta relación entre hombre-naturaleza se hibrida para que la cotidianidad y la interacción con el territorio sean mitigados y la naturaleza ya no le sirva al hombre sino que adquiera su valor como fuente primaria de origen para la subsistencia de este; Pedro Luna con su obra “Retorno a la Tierra” expone la fuerza que posee el ser humano en sus orígenes, donde debemos acercarnos a la criatura “vulgar”, el indígena y al campesino que se pierden en la montaña para volver a ser seres de monte. Volver a esa relación cercana con la tierra, las comunidades nativas y sus costumbres para sensibilizarnos con la gente común y encontrarnos a nosotros mismos sobre la tierra que nos vio nacer.
Sugeidis Correa realiza su introspección partiendo de las actividades cotidianas que se desarrollan como costumbres dentro de una casa expuesta a un determinado contexto y un hogar que se construye alrededor de esto. Encuentra su riqueza personal en la sacralidad que le otorga a los objetos y olores característicos del día a día y su identidad radica en la identificación del territorio como construcción personal y emocional. Deiner Arias se sitúa directamente sobre una problemática social, la falta de empleo, que genera un mundo paralelo donde el personaje principal es la figura del vendedor ambulante. Crea un mundo alterno e imaginario donde se sitúa así mismo como explorador de historias y realidades que desencadenan en todo un universo exaltando las figuras importantes del Caribe.
Maira Bertel estudia observa otra rama de la ciudad, un comportamiento religioso, consumista y machista donde el cuerpo femenino, aunque haya adquirido fuerza con los años, se sigue disolviendo ante esta fuerza opositora. Se adentra en la conciencia femenina considerando su cuerpo, que ahora está a disposición colectiva, como símbolo de voz, resistencia y denuncia ante espacios y situaciones, públicos y privados. Cassio (Sebastián Cassiani). El collage se ha convertido en el medio ideal para jugar con lo establecido y con las construcciones sociales que rodean la vida cotidiana.
Este proyecto se lleva a cabo gracias al apoyo al Ministerio de Cultura de Colombia a través de su Programa Nacional de Estímulos.
“El Caribe más allá de un lugar parece ser una energía viva que nos atraviesa a todos indistintamente. Nos lleva, nos arrastra, nos esculpe y nos define en medio de algo que aún no logramos definir. Es un infinito.”